No me gusta el cambio de hora. Antes no me enteraba, cuando era joven y sin preocupaciones (je je) pero ahora me trastorna y me pone tristona eso de llegar a casa de noche, un día de repente, cuando dos días antes llegaba cuando todavía quedaba un ratito de sol. Me cuesta acostumbrarme y es ahora, un par de semanas después, cuando estoy empezando a hacerme al cambio.
Lo malo de todo esto es que me da la sensación de que en cuanto se hace de noche ya se ha terminado el día, ya casi hay que cenar y acostarse hasta mañana. Supongo que pasarme nueve horas encerrada en una oficina sin ver el sol tiene estas consecuencias. Porque los días laborales apenas veo el sol y es bastante deprimente. No me extraña que los habitantes de los países nórdicos tengan una mayor tasa de suicidios. Tantas horas de oscuridad no pueden ser buenas. Sus maravillosos y celebrados sistemas sociales y estados del bienestar no creo que me compensasen la falta de luz durante tantos meses al año. Casi prefiero soportar a Solbes y su sugerencia de que ya han ayudado bastante a resolver la crisis. Supongo que se referirá a la banca, claro.
jueves, 6 de noviembre de 2008
Desvariando sobre el cambio de hora
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Yo también llevo fatal lo del cambio de hora, o más bien debería decir la falta de luz. Algo escribí sobre ello, también...
Además este año se me ha juntado el cambio horario con el regreso al trabajo tras el permiso maternal, y con que no ha parado de llover desde entonces... Y no sé qué demonios hago viniendo a llorar a tu blog ahora que acabas de volver...
Bienvenida, o bienhallada, y espero seguirte leyendo, aunque estemos un poco de capa caída...
Gracias por la bienvenida, a ver cuanto duro, jeje.
Creo que me estoy haciendo mayor, buaaaaa...
Publicar un comentario