martes, 29 de abril de 2008

Mi sobrino

Mi sobrino ya tiene trece meses. Está en esa edad tan genial en que ya va sabiendo lo que quiere, se da cuenta de que hace gracia y que se le aprecia y es tremendamente encantador. Es incapaz de resistirse a una sonrisa. Si ve que le miras y te ríes no puede más que hacerlo él también. Se le contagia y a su vez él contagia esa sonrisa tan abierta.

Lo que también me encanta de él es su forma de mirar. Esa mirada libre de prejuicios, que ve las cosas con toda la inocencia del mundo, esa mirada que todos los días encuentra algo nuevo y se asombra con ello, me fascina. Es como tener delante lo que todos hemos sido una vez en nuestras vidas y ya no volveremos a ser. Esos ojos curiosos y sonrientes, pendientes de todo y ávidos de novedades... Yo le digo que tiene mirada de enamorado, porque parece que todo lo que ve es lo más maravilloso del mundo.

Y lo mejor de todo es que te transmite con fuerza esa alegría tan genuina en su diario descubrimiento de lo que le rodea.

5 comentarios:

Obi-Wan dijo...

¡Qué bonito! Si no fuese también mi sobrino, le querría conocer.

¡La Fuerza estará con él siempre!

Gemma dijo...

Mis sobrinos tienen 6 (Albert) y 3 años (David), y el pequeño mira tal como dices, sin recelo alguno, pero el mayor... (¡mayor!) ya empieza el pobre a mirar de otro modo... De un modo demasiado familiar.

¡Asombra ver lo rápido que se espabian los niños de hoy!

Un abrazo

frilanser dijo...

O sea, que como es sobrino suyo, Obi Wan no lo quiere conocer. Y luego dicen que los malos son los del lado oscuro.

Oye, ¿sabes que igual hasta tengo mano con los niños? El otro día en la cena que te comenté uno de los niños de una amiga nada más llegar empezó a llamarme (nos habíamos visto una vez...) y no me soltaba. Si es que el resto se reía de mí porque iba con el niño en brazos a todas partes. Y luego están los perros que se me quedan alelados cuando les hago mimos y yo nunca he tenido... Lo dicho, que luego dicen que los malos están en el lado oscuro...

(esa definición de la frescura de la infancia me recuerda a una amiga bloguera difunta...)

Jean Louise dijo...

Por supuesto que la fuerza va a estar con él, que para eso tiene un tío jedi, ¿no? ;-)

Fíjate si espabilan los niños de hoy, Mega, que se lanzan a los brazos del lado oscuro en cuanto se les presenta la ocasión. Y los perros también. Dónde vamos a ir a parar...

A mí me da mucha pena que vaya a perder esa mirada, aunque todavía le falta mucho, pero seguro que el tiempo pasa muy rápido y cuando me quiera dar cuenta ya tendrá 6 años como tu sobrino, Mega, y empezará a ver la vida desde otra perspectiva menos ingenua.

(Yo sigo siendo fresca, fri, aunque haya vuelto de entre los muertos. Osea, que soy una zombi recién cosechada, jeje)

Rocío Rico dijo...

Los niños son geniales, pero tampoco me da pena que crezcan, porque creo que crecer también tiene su encanto.

La juventud es una etapa maravillosa, también, con su fuerza y su intensidad, la ilusión con que se encara el futuro; empezar a ser adulto no está nada mal, porque empiezan muchos cambios que te enseñan mucho y te hacen cambiar por fin de perspectiva para ver el mismo mundo desde el otro lado (aunque no sea el oscuro); la madurez suele significar estabilidad, reposo, serenidad... debe ser una gozada; y la vejez, con todos esos recuerdos y tanto tiempo para revivirlos, además de una especie de valor creciente ante la proximidad de la muerte, no me la quisiera perder.

Creo que todas las etapas son maravillosas... mientras la vida nos deje disfrutarlas, y nosotros mismos también nos lo permitamos. Eso es lo verdaderamente importante ¿no?