martes, 13 de mayo de 2008

Maxmix

Hace unos años, cuando empecé a trabajar, mi vida transcurría en tres lugares: trabajaba en Toledo, vivía en Madrid y pasaba los fines de semana en el pueblo de mi madre. Sorprendentemente, sobreviví a aquella época pero comencé a sufrir extrañas secuelas.

Tras varios meses de frenética actividad de aquí para allá empecé a tener lo que yo denominé científicamente "deyaví de caras". Veía a personas por la calle y no sabía de qué me sonaban, si de Toledo, de Madrid o del pueblo de mi madre. Al principio me obsesionaba con ello (quién-es, quién-es, quién-es) me esforzaba en averiguar dónde había visto a esa persona antes (de-qué-le-conozco, de-qué-le-conozco, de-qué-le-conozco) y me quedaba muy frustrada si no lo conseguía (jopetas...).

Con el tiempo aprendí a controlar esa obsesión, y hubo una época en que casi no me pasaba, así que era una persona feliz que iba por la calle sin fijarme en los demás, como la gente normal. Ahora sufro una especie de amnesia temporal permanente y no me suena la cara de gente que sí debería conocer. Supongo que será otro daño colateral.

Hoy el deyaví de caras se ha transformado. Hoy he subido a un nuevo nivel: el "maxmix". Hoy he visto a una señora en mi nuevo barrio, Vallecas, cuya cara era una mezcla de dos vecinas de casa de mis padres.

No sé cómo voy a superar esto...

1 comentarios:

Gemma dijo...

Y lo que te queda, querida.

Yo estuve trabajando en una empresa con Fri y al salir de la pantalla, quiero decir, del trabajo, reconocía en los porteros automáticos de las casas los iconos de la interfaz del programa, jeje. Era un "deyaví de la hostia", con perdón.

Menos mal que la empresa se fue a pique, qué si no, te iba a contar yo ahora esto.

;-)